Pasarla bien

Hoy no hay introducción, no sé por qué, algo tendrá que producirse.

Lo que hago lo hago porque es lo que quiero yo o porque es lo que creo que quieren los demás de mí.

Si lo hago porque es lo que creo que quieren los demás de mí pero no es lo que quiero yo, ¿por qué lo hago? Porque quiero hacer lo que quieren los demás de mí y no sé qué es lo que yo quiero. Pero, entonces, estoy haciendo lo que quiero.

Claro, que no siempre puede hacer uno lo que quiere ¿o sí? ¿Acaso uno puede hacer lo que no quiere? Entonces ¿por qué lo hace? ¿Por obligación? ¿De verdad se puede obligar a alguien, en lo más profundo de su ser, a hacer algo? ¿Y si, lo que quieres hacer, fuera lo que puedes hacer y, lo que puedes hacer, fuera lo que quieres hacer?

Vaya loop. Así no es posible encontrar el centro.

Voy a jugar a un juego, te invito a que me acompañes.

Nos vamos a proponer volar, como Neo o Superman. Cuando se me ocurre algo imposible, siempre pienso en el volar. Al parecer, no se conoce a nadie en toda la historia de la humanidad que haya conseguido volar como Superman.

A primera vista, aunque queramos, no podemos volar. Pero es que, por mi propio bien y el de usted, yo no puedo querer volar. En una película, donde las leyes de la realidad pueden modificarse parcialmente y a antojo de cada cual, un personaje puede querer volar, pero en la realidad, las leyes son para todos igual. Si yo pudiera cambiar las leyes solo para mí, usted también podría cambiarlas solo para sí, es decir, no habría leyes naturales y el caos absoluto sobrevendría. Del mismo modo, los cambios que tendrían que producirse en las leyes de la física y de la biología para que nosotros pudiéramos volar como Neo en Matrix serían de tal magnitud que literalmente, destruirían nuestro mundo tal y como lo conocemos. Cosa que, por el momento, ni usted ni yo tenemos ganas de que ocurra.

Es decir, yo no puedo volar, y usted tampoco, pero tampoco queremos volar porque volar como Superman implicaría que nuestro mundo se destruyera.

Sí, querer es poder. Pero querer hacer algo significa responsabilizarse plenamente de lo que implica conseguirlo, de otra forma, no lo estoy queriendo, no ha dejado de ser una fantasía infantil, como volar.

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